lunes, 21 de marzo de 2016

Los bosques españoles crecen a pesar de la acción humana

Robles creciendo de forma enmarañada

  • La propia naturaleza impulsa el crecimiento de los bosques, aunque la acción humana es responsable de la deforestación de casi 187.000 has. en España entre 2009 y 2012.
  • España es, tras Finlandia y junto a Suecia y Portugal, el país europeo con mayor superficie cubierta por los bosques.
  • Incendios forestales y pérdida de salud de nuestros montes forman parte del círculo vicioso del cambio climático.
  • Los bosques son esenciales en el mantenimiento del ciclo hidrológico


Con motivo de la celebración de los días internacionales de los Bosques y del Agua, la Asociación Reforesta recuerda la intensa relación existente entre ambos elementos de la naturaleza. Los bosques minimizan la erosión local del suelo, reducen los sedimentos en las masas de agua y detienen o filtran a través de su hojarasca los contaminantes del agua. Además, humedecen la atmósfera y, al favorecer la infiltración del agua en el suelo, evitan las avenidas e inundaciones que las grandes tormentas pueden generar.

Estado y evolución de los bosques españoles

Se estima que en España queda el 20% de las masas forestales originales, de las cuales solo el 5% tiene una calidad aceptable. Según los datos del Inventario Forestal Nacional (IFN), elaborado cada diez años por la Administración Central, en las últimas décadas la superficie arbolada ha crecido considerablemente a costa de la desarbolada; también ha ocupado terrenos anteriormente dedicados a la agricultura y a la ganadería. Sin embargo, la acción humana sigue jugando en contra de nuestros bosques: la estadística oficial revela que, en el periodo 2009 – 2012, la pérdida de vegetación por deforestación, incendios y talas silvícolas supera a la ganancia debida a la reforestación y a la regeneración natural tras talas e incendios en 186.658 has. Por tanto, es la propia naturaleza la que impulsa la expansión de los árboles.

Por otra parte, hay que destacar que, especialmente donde el bosque crece sobre terrenos que se dedicaron a la ganadería, es muy frecuente la reproducción de cepa o de raíz, lo que origina que cada árbol tenga varios troncos frágiles que producen poca o ninguna semilla; además, crecen de forma enmarañada, y ello incrementa el riesgo de incendio forestal. En estos casos la gestión forestal debe seleccionar el mejor tronco de cada árbol para lograr plantas sanas y acelerar la consecución del equilibrio ecológico.

Cambio climático y salud de los bosques

En el Día Internacional de los Bosques, Reforesta quiere llamar también la atención sobre el fenómeno del decaimiento, que consiste en la pérdida general de salud de nuestros bosques debido a diversas enfermedades. El decaimiento afecta sobre todo a la encina. Las reiteradas sequías y altas temperaturas, vinculadas al cambio climático, debilitan al árbol, haciéndole más vulnerable a enfermedades, algunas de las cuales se originan por organismos alóctonos, es decir, no originarios de España. Debemos ser conscientes de la envergadura de este problema, ya que el encinar es la masa forestal que ocupa más superficie en España, y la encina es un árbol muy adaptado al clima mediterráneo y continental, predominante en la mayor parte de nuestro país. Hacer frente a este problema exige una adecuada gestión forestal en la que hay que implicar a los propietarios privados, especialmente en la mitad sur de España, que es la zona más afectada.

Se prevé también que la mayor sequedad provocada por el cambio climático incremente el número de incendios forestales, los cuales, a su vez, generarán más sequedad. Si a ello se añade la presencia de más árboles secos en los bosques debido a fenómenos como el decaimiento, obtenemos una imagen del círculo vicioso del cambio climático, en el que este fenómeno provoca más incendios y enfermedades forestales, y la consiguiente sequedad y presencia de árboles secos favorecen la aparición y extensión de los incendios.

Ante este panorama, debe potenciarse la gestión forestal sostenible para priorizar la salud de nuestros bosques, de modo que puedan cumplir sus múltiples funciones ecológicas. Por ejemplo, hay en España muchas dehesas sobreexplotadas, en las que el suelo se empobrece y no hay regeneración del arbolado. Por el contrario, en otros lugares las funciones ecológicas de los bosques se debilitan por la retirada de toda la madera muerta y la tala de los árboles viejos. Igualmente, debe potenciarse la investigación para lograr técnicas eficientes y baratas de reforestación, pues son multitud las reforestaciones fracasadas, en las que se han invertido grandes sumas.

En palabras de Miguel Á. Ortega, presidente de Reforesta, “los beneficios generados por los bosques son aún desconocidos por la mayoría de la población. No solo nos proveen de madera, alimentos o medicinas; también son esenciales, por ejemplo, en el equilibrio del clima, en la conservación de la biodiversidad, en la filtración de contaminantes y en el mantenimiento de los recursos hídricos, por no hablar de su impacto positivo en las actividades de ocio y turismo. Su correcta gestión y recuperación es una de las mejores inversiones que España puede hacer, especialmente si tenemos en cuenta el riesgo de desertificación que ya asola a una parte importante del país”.

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